10 may 2011

La mística de las cintas recopilatorias

No hay nada más ochentoso que rebobinar un cassette con un bolígrafo para de esa manera ahorrar en pilas (baterías) que llevaba el grabador antes que existieran las alcalinas.

Se le podía dedicar un cassette a la persona amada, y en 45, 60, ó 90 minutos expresar todo lo que uno no podía decir con palabras. Como dice Rob Gordon, el protagonista de la genial obra de Nick Hornby "Alta Fidelidad", hacer una cinta recopilatoria es todo un arte, tiene unas reglas, reglas no escritas y que cada uno más o menos se las inventa, pero nadie se pone a grabar a ciegas, cada uno elige un conjunto de temas y en un orden concreto por algún motivo. “Hacer un compilado es algo muy delicado, porque estas usando arte ajeno para expresar lo que sentís” sentencia magistralmente Rob Gordon.

Que alguien nos dé la oportunidad de ser su DJ personal es algo que nos genera un inmenso placer. Porque también nos están dando la posibilidad de compartir nuestras emociones y de invitar al otro a recorrer nuestro pequeño universo.

Grabar cintas era una auténtica ciencia. Esto se está perdiendo y es grave porque todo melómano tiene dos elementos claves en su vida: los compilados propios y los discos de vinilo.

El principio del fin fueron los CDs vírgenes, y con ellos se perdió la magia de la cara A y la cara B y esa logística auditiva para que las canciones no se cortaran en la mitad ni quede mucho tiempo de silencio; sin dejar de lado la selección de canciones para cerrar un lado y abrir el otro.

Se perdió la ceremonia de pasar la tarde seleccionando discos y grabando una a una todas las canciones y luego presentarlo como si fueran bombones o una joya de Tiffany!, porque no solo era grabar la cinta, era también darle la decoración al objeto; diseñar las etiquetas laterales y hasta en algunos casos pintar el cassette para que sea ubicable rápidamente en el medio del desorden e inolvidable si se llegara a cometer el sacrilegio de regrabarlo…

También importaba si lo grababas en un cassette marca TDK o Maxell.

Luego llegó el MiniDisc. No funcionó, pero sumó más motivos para desplazar a la cinta.

Por cierto, las discográficas, antes del MP3 , ya se quejaban de la gente que compraba cassettes vírgenes para grabarse lo que quisiera, en lugar de discos originales; incluso el sello Island (los que editaban a Bob Marley), desarrollaron una rareza que hoy tiene un valor altísimo para los coleccionistas. Sacaron un cassette con un album completo de un lado, y la cinta virgen del otro para que el cliente lo completara en su casa con lo que más le guste!

El único cassette que conozco con este formato era "Arc of a Diver" de Steve Winwood, editado en 1980.

Las otras compañías discográficas los querían matar, ya que lo que al final lo que lograban era estimular las grabaciones caseras.

Siempre quise conocer al “cráneo” que se le ocurrió este delirio!

Un romántico actual diría: “Comprale un Pen Drive con onda y selecciona los MP3´s, y listo…”. Yo digo que no es lo mismo. No es Jazzlosophy. No tiene el swing ni la emoción de hacer una cinta personalizada.

¿Ustedes que opinan?

2 comentarios:

JLO dijo...

ni hablar, viví haciendo estos compilados... terminar con un lento el lado A para reventar todo con un inicio pirotécnico el lado B... y deja EL tema, la joya, al final...

una arte si... a todos los de mas de 35 nos gusta Alta Fidelidad ja...

salu2

Jazzlosophy dijo...

Absolutamente! "Alta Fidelidad" es un apeli biográfica! JUAS!