"Me llamo Octave y llevo ropa de APC. Soy publicista: eso es, contamino el universo. Soy el tío que les vende mierda. Que les hace soñar con esas cosas que nunca tendrán. Cielo eternamente azul, mujeres que nunca son feas, una felicidad perfecta, retocada con el Photoshop. Imágenes relamidas, músicas pegadizas. Cuando, a fuerza de ahorrar, logren comprar el coche de vuestros sueños, el que lancé en mi última campaña, yo ya habré conseguido que esté pasado de moda. Les llevo tres temporadas de ventaja, y siempre me las apaño para que se sientan frustrados. El Glamour es el país al que nunca se consigue llegar. Los drogo con novedad, y la ventaja de lo nuevo es que nunca lo es durante mucho tiempo. Siempre hay una nueva novedad para lograr que la anterior envejezca. Hacer que se les caiga la baba, ése es mi sacerdocio. En mi profesión nadie desea vuestra felicidad, porque la gente feliz no consume."
Así de directo empieza esta interesante novela de Frederic Beigbeder que fue un brillante creativo publicitario que apenas escribió y editó este libro fue automáticamente despedido por plantearse la dudosa moral de su oficio.
Si bien la novela es claramente autobiográfica tiene partes algo exageradas para ser real pero condimenta al relato, aunque a veces se torna algo pedante y soberbio con el lector.
Me encantó la descripción de Ghost Island, una isla de las Caimán donde todos los famosos aparentemente muertos (como Kennedy, Elvis Presley, River Phoenix) han pagado para desaparecer del mundo y vivir la vida loca. Allí están su antiguo jefe y su amada Sophie, la madre de su hijo, que presuntamente se habían suicidado juntos. La última página, en la que una interminable secuencia de frases publicitarias es todo lo que recuerda un personaje segundos antes de su muerte, es maravillosa.
Lo recomiendo como lectura de verano.
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